El Centro de Memoria conversó con su esposa, Tulia Sofía Vargas y su hijo, Ramiro Alfonso Poveda. "Acabábamos de salir de la casa para dirigirnos a una cita médica que tenía Julio cuando tres sicarios comenzaron a disparar contra el carro donde íbamos. Julio recibió cinco disparos en la cabeza", narra Tulia Sofía. "Es la hora, pasados estos once años, que aún no tenemos respuesta del Estado sobre este crimen contra una persona cuyo único delito fue servir siempre a la causa de los campesinos más pobres," añade la viuda.
Ramiro Alfonso que tenía 29 años cuando ocurrió el atentado, señala que "el crimen afectó gravemente a toda la familia. Yo tuve que suspender mis estudios de medicina y regresar al país para apoyar a mi madre y mis otros cuatro hermanos", relata recordando que el daño sicológico que "sufrimos todos, en especial Tulia Sofía, ha dejado heridas que no sanan". Sobre el proceso, Tulia Sofía señala que según el abogado de la parte civil, Reinaldo Villalba, del Colectivo José Alvear Restrepo, aparecen tres personas involucradas, dos hombres y una mujer. "Todo indica que venían especialmente de Córdoba para cometer el crimen", afirma.
La esposa repasa algunos momentos de la vida de Julio Poveda. Anota que nació en Nazareth, en el Sumapaz y que ya a los 17 años hacía parte de las juventudes agrarias que luchaban en esa región por el derecho a la tierra. "Julio participó en todas las movilizaciones que encabezaban los líderes históricos del Sumapaz, Erasmo Valencia y Juan de la Cruz Varela, en plena época de La Violencia, en los años 50". Entonces cita lo que fue uno de los peores momentos de la vida del destacado dirigente agrario: "Su madre y un hermano de 12 años, fueron asesinados por las bandas sicariales de entonces, pero eso, en lugar de amilanarlo, logró afincarle aun más su compromiso de lucha social". "Muchas veces estuvo en la cárcel y en los duros momentos del Estatuto de Seguridad, bajo el gobierno de Turbay, fue detenido y torturado lo que le dejó serias secuelas en la columna", señala. Julio Poveda conoció la muerte siendo gerente de Fenacoa, una cooperativa agraria que servía a los trabajadores del campo. A sus exequias asistieron millares de campesinos que recordaban su legado.
Por: Roberto Romero – Centro de Memoria, Paz y Reconciliación